lunes, 22 de julio de 2013

Tulum, o cuando el mar es el paraíso.


El paraíso terrenal existe. Cada quien lo aprecia desde sus gustos y aficiones. Algunos en la comida, otros en el descanso y unos más en lo bello de la Naturaleza. Quintana Roo reúne estos tres aspectos en un sitio donde la tranquilidad, el sabor ancestral y la suculencia de mar, están a la orden del día cobijados por el misticismo del pueblo maya.

 


Tulum es conocido por su legado cultural y arquitectónico del imperio maya, pero también es internacionalmente alabado por la impresión que causan los colores de sus costas, que entre una arena blanca —tan fina como la sal molida— y el azul índigo de su océano, son capaces de transmitirle tranquilidad y energía a cualquiera.

Tulum es una ciudad vieja. Se cree que su fundación como área de vivienda inició por el año 1200, primero como un puerto comercial que, hasta el año 1400, alcanzó su esplendor social, al ser sede marítima de Quintana Roo y la Isla de Cozumel; logró ser una ciudad independiente, política y comercialmente, hasta que en 1518 iniciara la llegada de los primeros conquistadores españoles, lo que desató guerras con los nativos y enfermedades que fueron fulminantes para el deterioro militar de los ancestrales mayas.
 
Con las piedras parlantes
Al llegar a Tulum, los promotores turísticos no dudarán en ofrecer un sinfín de paseos a los sitios de interés de mayor demanda del municipio, con opciones de emprender el recorrido a pie, en lancha, en caballo o hasta en bicicleta. Conocer las zonas arqueológicas es esencial para comprender la magia que este lugar despide hasta en las coloniales calles de su centro histórico y comunidades aledañas, donde la tradición y vida indígena reluce entre platillos tradicionales que deleitaban a los mismos emperadores mayas. El principal punto a conocer es el Parque Nacional de Tulum, donde hay murallas y pirámides que fueron construidas durante el periodo postclásico tardío (1200-1550). Este sitio fue titulado así en abril de 1981.
Además del vestigio arquitectónico, el lugar conserva casas construidas de madera y palma que fueron viviendas originales y otras réplicas de los asentamientos familiares. El llamado “Castillo” es de las construcciones más sobresalientes debido a su tamaño y ubicación; la importancia de su fachada en el templo superior, donde hay tres accesos ornamentados con columnas serpentinas, complementados con una deidad descendente y dos mascarones zoomorfos en las esquinas.
Un punto característico es la calzada principal que es una amplia calle que conecta con otros edificios residenciales, como el Templo de los Frescos, que cuenta con murales que aluden a figuras que ellos entendían como sobrenaturales nacientes del inframundo, en un mundo dividido por la oscuridad y la luz, además, en las esquinas del edificio se encuentran unos mascarones de motivos serpentinos que, se dice, se asocian directamente con Kukulcán.
Aunque es llamativo de adentrarse a estos milenarios parajes, es importante tener en cuenta el esfuerzo físico que se requiere para disfrutar adecuadamente cada área del parque, pues en primera instancia, habrá que caminar un trayecto de cerca de un kilómetro entre el estacionamiento y la entrada a la zona, en caso de no poder caminar con facilidad este tramo, existe un servicio de tren, de ida y vuelta,  que puede acercarlo hasta el acceso principal de la zona.

 
Entretenimiento multifacético

En cada paso dado en Tulum, es fácil escuchar historias y anécdotas que han dado vida y con bastante vigencia a la cultura maya, hasta el señor de la tiendita podrá contarle los cálculos matemáticos que el pueblo ideó, así como la fascinación que tenían por la predicción de los ciclos estacionales, entre otras actividades que se les atribuye a los antepasados. En Tulum existen diversas formas de conocer y explorar. Hay quienes viajan a esta costa en un ambiente netamente familiar con la única misión de disfrutar de las blancas arenas y un bronceado relajado en los camastros de los hoteles vecinos al mar.
También está la opción de destilar amor, para aquellos que acogen el destino para la luna de miel. Otro modo de disfrutar, es mediante los recorridos especializados en ecoturismo, cuales implican desde caminatas por zonas selváticas, hasta práctica de deportes de medio y alto rendimiento como las cabalgatas, ciclismo, snorquel, kayak y buceo, por ejemplo. Pero también está la parte tranquila con los cenotes que están abiertos al público para zambullirse en aguas templadas, que según marca la historia, brindan efectos regeneradores al cuerpo a través de los minerales y agentes naturales de la vegetación y manantiales.

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