El paraíso terrenal existe. Cada quien lo aprecia desde
sus gustos y aficiones. Algunos en la comida, otros en el descanso y unos más
en lo bello de la Naturaleza. Quintana Roo reúne estos tres aspectos en un
sitio donde la tranquilidad, el sabor ancestral y la suculencia de mar, están a
la orden del día cobijados por el misticismo del pueblo maya.
Tulum es conocido por su legado cultural y arquitectónico
del imperio maya, pero también es internacionalmente alabado por la impresión
que causan los colores de sus costas, que entre una arena blanca —tan fina como
la sal molida— y el azul índigo de su océano, son capaces de transmitirle
tranquilidad y energía a cualquiera.
Tulum es una ciudad vieja. Se
cree que su fundación como área de vivienda inició por el año 1200, primero
como un puerto comercial que, hasta el año 1400, alcanzó su esplendor social,
al ser sede marítima de Quintana Roo y la Isla de Cozumel; logró ser una ciudad
independiente, política y comercialmente, hasta que en 1518 iniciara la llegada
de los primeros conquistadores españoles, lo que desató guerras con los nativos
y enfermedades que fueron fulminantes para el deterioro militar de los
ancestrales mayas.
Con las piedras parlantes
Al llegar a Tulum, los
promotores turísticos no dudarán en ofrecer un sinfín de paseos a los sitios de
interés de mayor demanda del municipio, con opciones de emprender el recorrido
a pie, en lancha, en caballo o hasta en bicicleta. Conocer las zonas
arqueológicas es esencial para comprender la magia que este lugar despide hasta
en las coloniales calles de su centro histórico y comunidades aledañas, donde
la tradición y vida indígena reluce entre platillos tradicionales que
deleitaban a los mismos emperadores mayas. El principal punto a conocer es el
Parque Nacional de Tulum, donde hay murallas y pirámides que fueron construidas
durante el periodo postclásico tardío (1200-1550). Este sitio fue titulado así
en abril de 1981.
Además del vestigio
arquitectónico, el lugar conserva casas construidas de madera y palma que
fueron viviendas originales y otras réplicas de los asentamientos familiares.
El llamado “Castillo” es de las construcciones más sobresalientes debido a su
tamaño y ubicación; la importancia de su fachada en el templo superior, donde
hay tres accesos ornamentados con columnas serpentinas, complementados con una
deidad descendente y dos mascarones zoomorfos en las esquinas.
Un punto característico es la
calzada principal que es una amplia calle que conecta con otros edificios residenciales,
como el Templo de los Frescos, que cuenta con murales que aluden a figuras que
ellos entendían como sobrenaturales nacientes del inframundo, en un mundo
dividido por la oscuridad y la luz, además, en las esquinas del edificio se
encuentran unos mascarones de motivos serpentinos que, se dice, se asocian
directamente con Kukulcán.
Aunque es llamativo de
adentrarse a estos milenarios parajes, es importante tener en cuenta el
esfuerzo físico que se requiere para disfrutar adecuadamente cada área del
parque, pues en primera instancia, habrá que caminar un trayecto de cerca de un
kilómetro entre el estacionamiento y la entrada a la zona, en caso de no poder
caminar con facilidad este tramo, existe un servicio de tren, de ida y
vuelta, que puede acercarlo hasta el acceso principal de la zona.
Entretenimiento multifacético
En cada paso dado en Tulum, es
fácil escuchar historias y anécdotas que han dado vida y con bastante vigencia
a la cultura maya, hasta el señor de la tiendita podrá contarle los cálculos
matemáticos que el pueblo ideó, así como la fascinación que tenían por la
predicción de los ciclos estacionales, entre otras actividades que se les
atribuye a los antepasados. En Tulum existen diversas formas de conocer y
explorar. Hay quienes viajan a esta costa en un ambiente netamente familiar con
la única misión de disfrutar de las blancas arenas y un bronceado relajado en
los camastros de los hoteles vecinos al mar.
También está la opción de
destilar amor, para aquellos que acogen el destino para la luna de miel. Otro
modo de disfrutar, es mediante los recorridos especializados en ecoturismo,
cuales implican desde caminatas por zonas selváticas, hasta práctica de
deportes de medio y alto rendimiento como las cabalgatas, ciclismo, snorquel,
kayak y buceo, por ejemplo. Pero también está la parte tranquila con los
cenotes que están abiertos al público para zambullirse en aguas templadas, que
según marca la historia, brindan efectos regeneradores al cuerpo a través de
los minerales y agentes naturales de la vegetación y manantiales.
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