Arena blanca y aguas templadas.
Palmeras y piña colada. Cuando uno admira las fotos de las playas de Tulum
(Riviera maya), imagina que han sido retocadas con Photoshop. Pero no, ese azul
turquesa que permite ver hasta su alma, transparente, traslúcida, fascinante,
es real.
Todo es real en Tulum, en el estado mexicano de Quintana Roo. Su
gente, sus aguas, sus ruinas, su selva.
Llegar es fácil desde cualquier punto nacional o internacional.
Hay vuelos diarios en aerolíneas de bajo costo que llegan hasta el aeropuerto
internacional de Cancún. Desde allí, la mejor opción es tomar un autobús de
línea (salen cada 40 minutos) y en una hora le dejan en Playa del Carmen,
destino masificado para turistas estadounidenses y europeos, principalmente.
En la misma estación se puede tomar otro bus con destino al pueblo
de Tulum. Es una hora más de viaje admirando la vegetación que enmarca la autopista.
Aprovechando que se está en la Península de Yucatán, se puede ir
aconocer Isla Mujeres, a cinco kilómetros de Cancún, o la Isla de Holbox, desde
donde se puede avistar el tiburón ballena en temporada alta.
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